Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
47
Tras
aquella cita del sábado, Maca no volvió a ver a Esther hasta la tarde del
martes. Aquello no es que le hubiera gustado especialmente a Maca, pero se
había conformado sabiendo que cada noche de 23 a 00’30h Esther la llamaba para
darle las buenas noches. Le consolaba que aquella mujer también pensara en
ella, pero sobretodo lo que verdaderamente le tranquilizaba era saber que
Esther no pasaba la noche fuera con alguna otra clienta. Eran las ocho de la
tarde cuando Esther llamó a la puerta.
- ¡Voy!
–gritó Maca mientras se daba prisa en alcanzar el pomo, tenía tantas ganas de
verla-.
Cuando
abrió, se encontró con el culo de Esther, pues estaba agachada de espaldas a
ella.
- ¡Joder,
échame una mano! –se quejó Esther-.
“¿Qué le
eche una manoooo?? ¿en dóndeeee???”… pensaba Maca mientras no podía evitar
mirar hipnotizada aquel culito enfundado en vaqueros que lo hacía parecer
prieto y coqueto.
- ¿Me
ayudas o…? –Esther giró la cabeza para mirarla, y entonces se dio cuenta de que
Maca le estaba mirando el culo-. No te cortes, toca si quieres… total, sólo me
estoy desriñonando eh…
-
¿Eiinn??... jajjaja… joder, perdona –Maca se dio cuenta de que Esther la había
pillado de pleno, y que lo que le pedía era que la ayudara con una mochila de
equipaje que parecía bastante pesada-. ¡Dame… la arrastraremos!
Entre las
dos entraron la mochila sin mucho esfuerzo. Esther soltó un soplido y se dejó
caer en el sofá.
- uffff…
no pensé que pesara tanto, pero cuando he tenido que llevarla desde el coche
hasta el portal casi me da, pensé que había cogido la de ruedecitas, pero
no… -relató Esther tomando un poco de
aire-.
De pronto
miró a Maca que le sonreía divertida, pero que seguía de pie lejos de ella.
- ¿Y a ti
que te pasa? –le preguntó Esther levantando una ceja y sonriendo-.
- Nada…
-se encogió Maca de hombros, feliz-… es sólo que me alegro mucho de verte.
“Ayyyy
Diosssssss que me la comoooo”… a Esther se le dibujó una sonrisa idiota en la
cara, ella también se alegraba de ver aquella melena castaña, aquellos ojos
color miel, y aquella cara bella que iba a juego con aquel cuerpo de infarto.
Esther se deleitó en la visión de aquella mujer que hoy iba de sport, con unos
pantalones de chándal de cintura baja grises y una camiseta de manga corta del
mismo color que dejaba ver de vez en cuando aquel vientre plano que le
encantaba. El pelo le caía liso y suelto, y Esther pensó que a aquella mujer
todo le sentaría bien, se pusiera lo que se pusiera.
Esther se
levantó y se acercó a ella. Maca no dejó de sonreír aunque su corazón empezó a
latir desbocado por su proximidad.
- ¿Me has
echado de menos? –le preguntó con un tono sensual que a Maca le recordó a el
que ponía cuando hablaban por teléfono-.
- Claro
que sí –respondió Maca con el mismo tono-.
- ¡Pues
demuéstramelo!, ¿no? –le provocó Esther dando un pasito más-.
Maca
estiró sus dedos y le apartó el pelo de la cara, luego paseó sus manos por los
hombros de Esther y la acercó del todo contra su cuerpo. Esther no esperaba que
Maca le dejara acercarse tanto, pero Maca había ansiado demasiado abrazarse a
aquella piel durante aquellos tres días, como para andarse con rodeos. La
abrazó y le dio un beso en la frente, luego otro en la mejilla y terminó el
recorrido deleitándose en aquel cuello.
“Ohhhh
Diosss…. ¿así vamos a empezar yaaaaaaaaa?... mmm… creo que no debería haberme
traído tanto equipaje… Diosssssss”… pensaba Esther mientras cerraba los ojos,
absorta en aquella boca que la adoraba.
- ¿Suficiente?
–le susurró Maca rompiendo el contacto-.
- ¿Ehh?
–Esther se había olvidado de la pregunta-.
Maca se
sonrió de ver a Esther todavía con los ojos entornados.
- ¿Te lo
he demostrado, lo suficiente? –le volvió a susurrar mientras seguía abrazando
su cintura y le apartaba el cabello de la cara con la otra mano-.
“Suficienteee
dice la tía… y estoy como un boquerón… por Dios, que calentura me da esta
chiquilla, coño”… pensaba Esther mientras se reponía del recibimiento.
-
¿Disfrutas poniéndome caliente, a que sí? –Esther no pudo contenerse, la
sonrisa de satisfacción de Maca era casi insultante, y ella estaba demasiado
agitada para tratar de encontrar una salida por la tangente-.
-
jajjajajja… un poquito… -se rió Maca que la liberó del abrazo-… jajjaja… no
puedes culparme por ello, he de aprovechar mientras me respetes… jajjajaja…
-
jjajjaja… pues tú ten cuidado, a ver si voy a perder los papeles y se me olvida
que he de respetarte, eh bonita… jajjaja … -le amenazó Esther entre risas
mientras volvía a echar cuenta de la mochila que había traído consigo-. Anda,
ayúdame a llevarla a la habitación.
Maca no
preguntó, simplemente hizo lo que le pedía.
- Joder,
cómo pesa… ¿pero qué coño llevas ahí dentro? –preguntó finalmente Maca mientras
soltaba la mochila y se dirigía a la cama para sentarse-.
- Oh
bueno, lo típico… consoladores, disfraces, esposas, látigos… -le espetó Esther
de golpe sin tan siquiera mirarla-.
A Maca no
le dio tiempo de atinar a sentarse en la cama, así que su culo paró en el
suelo.
-
auuuuuuuuuuuu…. Que daño… -soltó por el impacto-.
-
jajjajajjajjajajjajajjajaj….. ¡DIOS, te has caído literalmente de culo!...
jajjajaja… -se reía de ella Esther que no podía entender lo impresionable que
era Maca-.
- jajajja…
coño no te rías y ayúdame… -le pidió Maca roja como un tomate-.
-
jajajjajaj…. Pero mira que eres inocente… jajajaj… ¡yo es que me meo contigo,
eh! –se burló de ella Esther que no podía parar de reír-.
- ¿Ah
sí?... –le dijo Maca con una ceja levantada mientras cogía la mano que le
tendía Esther para levantarse-.
Sin
pensárselo, tiró de ella e hizo que Esther callera entre sus brazos.
Inmediatamente empezó a hacerle cosquillas.
- Dios…
jajjajajja…. Vale…. Jajjjajaja… vale…..jajjajaja… tú ganas…. Kajjajajajaj….
Perdona..jajajjaja –Esther no podía parar de reír, creía que le saldría un
pulmón por la garganta-.
Maca
también reía a carcajadas, la risa de Esther le parecía de lo más sana y
terapéutica. Poco a poco, las risas se transformaron en calma cuando sus
miradas se encontraron con intensidad. Esther aún estaba en brazos de Maca, y
ésta la miraba con un anhelo contenido que la inquietó.
- Veo que
poco a poco te estás superando –le dijo Esther tratando de descentrar aquella
atención que se había impuesto entre ellas-.
- ¿Por?
–le contestó Maca sin soltarla-.
- El
abrazo de bienvenida, los besos… y ahora, esto –Esther hizo un gesto
refiriéndose a que Maca la estuviera sujetando en su regazo-.
- Será que
tengo una buena profesora, ¿no? –le dijo Maca con una dulce sonrisa-.
- O que
eres una seductora nada, y tratas de ponerme las neuronas del revés… pero aquí
el máster lo tengo yo, gatita… así que prepárate –le soltó Esther de pronto
mientras se ponía en pie y ayudaba a Maca a hacer lo mismo entre risas-.
-
jajajaja… ¡entendido jefa!... –le soltó Maca haciendo un saludo militar-.
- jajajja…
anda, dime que parte del armario puedo utilizar para mis cosas –le dijo
Esther-.
- ¿Tus
cosas? –Maca la miró inquisitivamente-.
Esther le
sonrió mientras se llevaba las manos a la cintura antes de contestarle.
- Mi ropa,
melona… ¿no pensarías que hablaba en serio con lo de antes, verdad? –le dijo
Esther-.
- ¿A no?
–sonrió Maca que estaba aliviada, pero a la vez quería seguir bromeando con
ella-. ¿Entonces no hay esposas ni consoladores ni disfraces ni porras ni nada
de nada?
Esther vio
como Maca esbozaba una mueca en forma de “puchero”, como si fuera una niña
pequeña a la que se le ha prohibido la diversión de ir al parque de
atracciones.
-
jajajjajaj…. –Esther se rió, aquella mujer era imprevisible, y le encantaba. Se
acercó hasta a ella y le susurró-, ¡todo
se andará, pequeña, todo se andará…!
Y
diciéndole aquello le dio un pequeño azote en el trasero que a Maca la dejó
tiritando durante minutos enteros, mientras Esther no dejaba de reírse y de
colocar cosas en el armario comentando la cara que había puesto.
48
Cuando
terminaron de arreglar las cosas que Esther había, decidieron que ya era muy
tarde para salir a la calle. Así que para sorpresa de Maca, Esther decidió
cocinar.
Mientras
acompañaba a Esther en la cocina, Maca descubrió que Esther no sólo tenía todo
tipo de conversación, sino que además le encantaba andar entre fogones, y que
era capaz de elaborar platos con los que Maca se relamió. Cerca de las once de
la noche, ambas se sentaron en el sofá a jugar con el portátil de Maca, que
tenía un juego interactivo de “Cultiva tu cerebro”… cada una jugaba una partida
y Esther se picó enseguida, porque el puto juego le había dicho que tenía una
cerebro de alguien de 60 años.
- ¡Pero
qué me está contandooooooo! –gritó Esther cuando aquel bicho le soltó aquel
mensaje en la pantalla-.
-
jajajajjaja…. ¡pues mira que te conservas bien, eh! –se burló Maca de ella-.
- A ver
dame… que eso es porque tú me estás desconcentrando –le dijo Esther y le
arrebató el portátil de las manos-.
Maca se
deleitó en mirarla, mientras una Esther totalmente concentrada se resistía a
admitir que su cerebro estaba en desuso.
- Lo ves,
ya te dije que no era posible… estoy oxidada, pero no tanto… -le indicó Esther
mientras le señalaba un mensaje donde la máquina le decía que tenía el cerebro
de alguien de 40 años, sólo cinco más de los que tenía ella realmente-.
Esther
miró a Maca a los ojos, estaban oscuros e indescifrables.
- ¿Qué?
–le preguntó Esther-.
- No
entiendo por qué haces esto por mí… -le dijo Maca con sinceridad-.
Esther
estuvo a punto de decir que por el dinero, presa del pánico que sentía, pero no
era cierto, por dinero no hubiera llevado ropa al apartamento de ninguna otra
cliente ni tampoco su cepillo de dientes.
- Me
importas, me siento bien ayudándote… no es tan grave –le contestó Esther
encogiéndose de hombros para restarle importancia-.
- ¡Te lo
agradezco mucho, quiero que lo sepas! Sé que no sueles dormir con tus clientes,
y te agradezco de veras que pases ese tiempo conmigo… realmente lo necesito –le
dijo Maca-.
- ¿Porqué
no puedes dormir? –le preguntó Esther deseando descentrar la atención sobre lo
que ella hacía o dejaba de hacer de forma habitual-.
- Empecé a
tener trastornos del sueño cuando mi relación con Azucena comenzó a ser
problemática, pero en realidad el insomnio se agravó un año atrás, más o menos,
desde que rompimos del todo –le dijo Maca-. No pienso en nada en especial,
simplemente no puedo dormirme o si lo hago me desvelo incontables veces.
- ¿Y por
qué cuando dormimos juntas si puedes? –le preguntó Esther, pues era una forma
de que Maca se planteara las cuestiones en voz alta-.
- ¡Por tu
olor! –contestó Maca sin dudar-. Me tranquiliza tu olor, no sé por qué, pero me
tranquiliza saber que estas ahí.
“Diossssssss
míoooooooooo de mi vida…. ¿esta iba, pa “Don Juan” …. O es que se ha propuesto
que se me caigan las bragas? Porque
vamos, yo bajo el pijama no llevo naaa”… Esther se agitó sin esperárselo, jamás
pensó que unas palabras tan simples hicieran bailar tanto su corazón.
-
¡Entonces estaré! No me gustaría que esta cara tan bonita sufriera de ojeras
por mi culpa… -le dijo Esther y la acarició-.
Maca se
sorprendió, pero no tiritó, esta vez recibió la caricia sobre su cara con
aplomo y sonrió agradecida.
- Ah por
cierto, que sepas que he batido tu record –le dijo Esther tratando de desviar
la conversación hacia algo menos íntimo-.
Maca se
asomó a la pantalla, y en el apartado de memoria, Esther había alcanzado una
puntuación más elevada que la suya.
- ¿Cómo lo
has hecho? –le preguntó con el ceño fruncido-.
- ¡Oh
pequeña, te falta mucho por aprender!.. .jajja… -se burló Esther de ella-.
- ¡ah
sí!... ¡ah si!... jajja… ¡ya verás! ¡Trae aquí el puto chisme! –se picó Maca
con ella, y cogió el ordenador para tratar de superar la puntuación de Esther
en memoria.
Tras
varios intentos, Maca tuvo que resignarse a que Esther la venciera en aquel
apartado. Hablaron de que Maca al día siguiente tendría que ir a ver algunos
clientes, y de que Esther no podría verla hasta después de la cena, pero no le
explicó los motivos, y Maca tampoco preguntó porque de momento no quería tener
más información al respecto. Tras un poco de juego y charla, ambas se fueron a
la cama. Llevaban al menos diez minutos en la oscuridad cuando Maca la llamó.
- ¿Duermes?
–le preguntó muy bajito Maca-
- ¡No! –le
susurró Esther que como estaba de espaldas a ella se giró para ver lo que
quería-. ¿Por qué? ¿te pasa algo?
- No nada…
sólo que… -Maca no se atrevía a pedírselo-.
- ¿Sí? –la
incitó Esther a seguir-.
- Me
gustaría abrazarte –le dijo Maca-.
“Diosss
ahora la que no va a dormir soy yo, ya verás…” pensó Esther cerrando los ojos,
porque aquella voz la traspasaba una y otra vez.
Maca
empezó a ponerse nerviosa, Esther no le decía nada así que pensó que quizá
había pedido más de lo que le estaba permitido. Pero entonces Esther salvó la
distancia que les separaba, y pegó su espalda contra el pecho de Maca y su
cadera a la de aquella mujer, que sintió tiritar por el firme contacto.
- Entonces
abrázame –le susurró Esther y elevó la cabeza un momento para dejar un beso en
la mejilla de aquella mujer que aún no podía moverse-. ¡Buenas noches gatita!
- ¡Buenas
noches, Esther! –le dijo Maca-
Luego se
acomodó, acoplando sus brazos, sus piernas y su cuerpo al de Esther. Durante
algo más de un par de minutos, su cuerpo no dejó de tiritar. Esther creía que
se volvería loca si aquella mujer no se tranquilizaba, pues ya bastante
alteraba estaba ella por la situación. Luego sintió la nariz de Maca
hundiéndose en su nuca, un suspiro profundo, y un estrechar de sus brazos… a
Esther se le paró la respiración, nadie antes la había abrazado con tanta
necesidad. La respiración de Maca poco a poco se fue volviendo relajada, sin
embargo el corazón de Esther galopó atemorizado durante horas.
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