Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
49
-
¿Señorita Wilson? –la llamó la secretaria-.
- ¿Sí?
–preguntó Maca levantando la vista de los papeles que estaba ojeando mientras
esperaba para ser recibida-.
- Ya puede
pasar, la están esperando –le brindó la amable secretaria, y Maca le dio las
gracias mientras se daba cuenta que aquella mujer la miraba con deseo mientras
se levantaba del asiento-.
“Dioss…
aun no he perdido mi toque, menos mal… ¿Esther también lo apreciará?... ohh,
tengo que dejar de pensar en estas cosas”, se reprendió Maca mientras pasaba al
despacho que le indicaban.
La “KB
internacional” era una empresa de alta distribución que se encargaba del
mercado a nivel europeo y americano. Maca había movido cielo y tierra para que
su padre le dejara contratarlos, pues quería expandir la empresa empezando por
lanzar una colección selecta de sus vinos en el extranjero. Sin embargo, el
patriarca de los Wilson se había mostrado reacio: “no sé cariño, es una tarea
complicada… y la KB no son lo que nosotros llamamos conservadores precisamente,
que es lo que vendemos… nuestros vinos tienen una reputación de tradición y
añejo que tenemos que seguir manteniendo” le había dicho, pero Maca estaba
convencida de que o eran ellos o nadie. Cada producto que sacaban conseguía una
repercusión en el mercado excelente y fruto de aquel patrón “no convencional”,
era sobre la que recaía la clave de su éxito. Maca llamó a la puerta antes de
entrar y trató de relajarse, sabía que la KB no aceptaba cualquier propuesta,
así que aquella presentación era muy importante.
- Adelante
–una voz dulce y firme de mujer la invitó a entrar-.
Maca se
sorprendió un poco, creía que su cita era con Antonio Gómez, ejecutivo adjunto
de nuevos proyectos. Cuando entró se encontró con una mujer de pelo castaño, de
unos 38, 40 años… con unas gafas posadas en su nariz mientras nadaba entre
papeles al otro lado de un majestuoso escritorio.
- Pasa,
pasa… siéntate, estoy contigo en un segundo –la invitó a sentarse aquella
mujer, mientras le regalaba una cálida y fugaz sonrisa-.
- Oh,
gracias –le dijo Maca aturdida, pero se sentó a la espera de la explicación-.
Mientras
aquella mujer seguía escribiendo unas cosas, Maca aprovechó para observarla y
determinó que era guapa, muy guapa… de esas personas que de tan normales,
resaltan. Bien proporcionada, ni gorda ni flaca, ni exuberante ni del montón,
simplemente hermosa, cándida, sólida… De
pronto, la mujer se quitó las gafas y le dedicó una sonrisa tan sincera que
Maca se relajó de pronto.
- Hola, mi
nombre es Beatriz Prieto, Bea sin más –le dijo la mujer acercándose a ella por
detrás del escritorio para estrecharle la mano-. Soy la copropietaria de esta
locura, encantada de conocerte.
-
Encantada, yo soy Macarena Wilson, puedes llamarme Maca –le contestó nuestra
protagonista, totalmente encantada de conocer a una de las socias principales,
aquello era toda una sorpresa-.
- Sé quién
eres Maca, y supongo que te preguntarás porque te estoy recibiendo yo en lugar
del Sr. Gómez –le dijo Bea mientras se cruzaba de brazos y se apoyaba en la
mesa para hablar con aquella mujer-… la verdad es que cuando recibimos tu
propuesta nos encantó la idea, porque aún no hemos lazado un producto así al
extranjero y para nosotras es un reto, pero con honestidad también te tengo que
decir, que si hoy te estoy atendiendo yo y no uno de nuestros empleados es
porque mi mujer me mataría si no lo hiciera.
La sonrisa
de Bea era franca y tranquilizadora, pero a Maca se le cayó la mandíbula de
cuajo por la sorpresa… “¿su mujer? ¿Lesbianas?... y yo… ¿yo porque nunca me
entero de nada?”, pensaba Maca tratando de poner en orden sus pensamientos, de
pronto entendió porque su padre evitaba que ella fuera en persona a hablar con
aquella empresa, no era sólo que no le hiciera gracia lo del extranjero, era
que no quería que se codeara otra vez con el ambiente… “Dios papá, a ver si te
crees que todas las lesbianas nos follamos cuando nos conocemos… aggg…” se
molestó Maca, pues aunque su padre la quisiera con locura, seguía albergando
estereotipos sociales de lo más retrógados a veces.
- ¡Tu
mujer! –Maca lo repitió en voz alta para asimilar el cambio de escena, mientras
sonreía a Bea más relajada-.
- ¿No me
digas que no te lo dijeron? … jajaja… Bueno, pues no es un secreto, créeme… con
Kate sería inútil, ya la conocerás –le dijo Bea y se sentó en la silla que había
junto a Maca para que hablaran-. Ni que decir tiene que lo tuyo tampoco, pero
esa no es la cuestión, el caso es que estamos emocionadas con el proyecto. ¿Has
traído algún boceto de lo que tenéis pensado? ¡Me encantaría echarle un vistazo
a tus ideas!
Maca asintió
y le tendió una carpeta… aquello había sido una grata sorpresa, y por lo menos
el proyecto parecía interesarles sin tan siquiera tener que hacer un esfuerzo
por su parte.
---
En
el apartamento de Esther:
- Dingggg
Donnnnn
El timbre
alertó a Esther que dejó de hacer sus abdominales.
- Ya
voyyyy…. Ya voyyy… -gritó mientras se dirigía a la puerta. Al abrir, su mayor
pesadilla la contemplaba con baba caída-. ¡Oh diosssssss no empieces!
- ¿Pero
qué he dicho? –se quejó Eva mientras cerraba la puerta y la seguía encantada de
la vida hacia el interior-. ¡Oyeee! ¿tú siempre haces los ejercicios en
sujetador y short? Porque podrías avisar a la próxima y me vengo antes.
-
¡Serássss zorraaaa!... jajaj… -Esther le lanzó una toalla a la cara, sabía que
soltaría alguno de sus comentarios salidos-. Anda, aguántame los tobillos,… que
aún no he terminado.
Eva se
lanzó al suelo con Esther y le sujetó los tobillos mientras su amiga volvía a
sus elevaciones de tronco.
- Tíaaa…
¿y a ti no te desloman estas cosas? ¡Pese a lo que digan los médicos, el
ejercicio NO es SANO!! –le dijo Eva con una sonrisa provocativa-… menos si a la
que le sujetas los tobillos está tan buena….. ¿coñooooo… desde cuando tienes
estos abdominales?
Eva
levantó una ceja en forma de queja. Esther trató de no reírse por su mueca,
pues había tenido un día de perros…
- ¡Desde
que tu buenorra de la moto, me va a matar a pajas…! ¡Diossss…! Nunca hice caso
a eso de la adrenalina, pero te juro que me estoy desquiciando… -le espetó
Esther sin dejar de hacer abdominales, pues desde que se había despedido de
Maca, no había podido pensar en otra cosa que no fuera en su cuerpo saliendo de
la ducha… y en el beso que le había plantado en la cara mientras le acariciaba
la espalda antes de despedirse-.
- ¿Te estás
haciendo pajasssssss? –le dijo Eva escandalizada y divertida a la vez-.
-
Ohhhhhhhhhh Diosssssssssssss…. Tú siempre te quedas con la parte de la
conversación que te interesa… -le espetó Esther poniendo los ojos en blanco y
poniéndose en pie-…
- Coñoo… es
que eso es lo más interesante que has dicho… jajajjaja –le dijo Eva y la siguió
hasta la cocina-.
- jajjaja…
Si tanto te interesa, no, aun no… pero estoy que exploto, y sólo llevamos una
noche –le dijo Esther bebiendo un trago de agua-.
-
jajjajaj…. ¿Joderr, tan mal ha ido?? –le preguntó Eva-.
- No, si
todo fue genial, tranquilo… hasta que me preguntó si podía abrazarme y ya no
pegué ojo –le dijo Esther y se arrepintió inmediatamente de irse de la lengua-.
- ¡Lo
sabía! ¡Lo sabía! ¡Te estás colando por ella! ¿Tú estás gilipollas o qué?
¿Cuántas veces me has recordado que no me quede pillada con ninguna? ¿Qué esto
no es el Pretty Woman de los cojones y que en el fondo sólo nos quieren para
pasar el rato? –le dijo Eva con la vena exaltada, pues a ella, una vez, le
rompieron el corazón después de que Esther se lo advirtiera repetidamente-.
- ¡Lo sé,
lo sé!... estate tranquila, lo tengo presente… no es eso, es que me pone
caliente como una caldera… ¡Dios está tan buena la joia! –le dijo Esther
tratando de calmarse a sí misma y de calmar a Eva-. Si es que no es por el
abrazo, es que esta mañana me tenía pillada la teta sin darse cuenta, y luego
se ha metido en el baño y me sale con la toalla esa… agggg… tienes que ver esas
piernas, Eva… tienes que verlas…
- jajjajjajajja…..
pos sí que te veo calentita, sí –le dijo Eva tranquilizándose viendo a su amiga
hablar de sexo y deseo… aquellos dos términos los entendía y no le asustaban-.
- ¡Ya te
digo!... –le sonrió Esther pensando en aquel cuerpo espectacular que la tenía
absorbida-.
-
Entonces… ¿no hay nada más, seguro? –le preguntó Eva cogiéndola por la cintura
y mirándole a los ojos-.
- ¡Seguro!
–le dijo Esther, pero notó como su corazón le estrangulaba recordando aquella
nariz respirando en su nuca, y aquel abrazo necesitado que la había llevado a
pasarse el día haciendo ejercicio con tal de olvidar el sentimiento
despertado-.
50
Como a
Maca se le hacía insoportable estar en casa pensando en Esther, aceptó la
invitación para cenar de Bea. Por lo visto ella tampoco tenía ganas de meterse
en casa, pues Kate andaba en Italia en aquellos momentos. Al final eligieron un
italiano que a Maca le encantó, hablar con Bea era tan sencillo que parecía que
se conocieran de toda la vida. Hacia las doce de la noche, Maca volvió a casa
sabiendo por unos mensajes que Esther ya la estaba esperando. Al encontrarse
frente a la puerta con la llave en mano, el corazón empezó a palpitarle precipitadamente.
- ¡¿Holaa?!
–dijo Maca al entrar-.
- ¡Estoy
en el dormitorio! –le gritó Esther-.
Maca se
deshizo de la cazadora, de las llaves y del casco de la moto. Luego recorrió el
pasillo en busca de aquella voz. Cuando entró en el dormitorio vio a Esther en
pijama encima de la cama, en sus manos había un libro, el pelo lo llevaba
recogido y parecía relajada.
- ¿Te lo
has pasado bien? –le preguntó Esther con aquella sonrisa que a Maca la dejaba
tonta-.
- La
verdad es que sí, la entrevista fue un éxito y aceptan el proyecto –le dijo
Maca mientras se sentaba a los pies de la cama-. Dentro de una semana celebran
una presentación de no sé muy bien el qué, y me han invitado… ¿podrás venir?
Esther cerró
el libro en su regazo, y siguió recostada en la cama mirando a aquella
preciosidad.
- Lo
miraremos, pero supongo que sí -le dijo Esther con una sonrisa-.
- Genial –se
alegró Maca y se levantó para coger el pijama que había debajo de la almohada-.
- ¿No se
te olvida algo? –le preguntó Esther pacientemente, Maca elevó la ceja
interrogante-. ¿Ni siquiera merezco un beso, por esperarte?
Maca
sonrió, se alegraba tanto de que Esther estuviera allí. Sin pensárselo hincó
una rodilla en la cama y le dio un rápido beso en la mejilla.
- Eso está
mejor -dijo Esther aunque le había
sabido a tan poco que hasta le sorprendía-.
- Bueno,
voy a cambiarme -dijo Maca-.
- ¿A dónde
crees qué vas? –la detuvo Esther con aquella pregunta, antes de que saliera de
la habitación-.
- Al baño
-dijo Maca sin entender-.
- ¿Es que
no puedes cambiarte de ropa aquí? No me dirás que te da vergüenza desnudarte
delante de mí,–apretó las teclas Esther, pues se moría por no quitar ni un momento
los ojos de ella-.
Maca creyó
que el rubor en sus mejillas se instauraba como una bengala… “¿quiere qué me
desnude aquí mismo? ¿delante de ella?... pero, pero… ¡me moriré!” pensaba Maca
hecha un manojo de nervios de pronto. Esther debió notarlo en su mirada, y
cogió de nuevo el libro.
- Anda, no
seas tonta, cámbiate… yo no miraré, es bueno que empieces a actuar con
normalidad delante mía, hazme caso… -le dijo Esther y para alivio de Maca la
vio enterrar aquellos ojos que parecían desnudarla en las páginas que sostenía
en su regazo-.
Maca se
tomó su tiempo para asimilar la petición, Esther se contuvo para no levantar
los ojos del maldito libro, aunque era lo que menos le interesaba en aquel
momento. Tras unos instantes de indecisión Maca se deshizo de sus zapatos, y
luego del suéter que llevaba. Esther no parecía mirarla, pero aun así su
timidez hizo que le diera la espalda antes de desabrocharse el sujetador.
Esther aprovechó para alzar la vista del libro… “Diosss… que espalda… lo que
daría por comerme cada lunar…ggg… no miro, no miro”… pensó Esther mordiéndose
el labio inferior en una especie de tic, pues aquella mujer estaba de vicio.
Maca se puso la camiseta de manga corta del pijama y luego Esther escuchó cómo
se abría la hebilla del cinturón, levantó la vista de pronto: “eso tengo que
verlo”, pero Maca recelosa se giró para ver si permanecía aún a salvo, Esther
con reflejos felinos volvió a sus páginas antes de que aquella mujer la
pillara… “mierda, casi me pilla” pensó, y escuchó el ruido de los vaqueros
deslizarse hacia el suelo, sin pensárselo volvió a mirar y aunque Maca se dio
tanta prisa como pudo, Esther tuvo unos instantes para contemplar aquel trasero
que no hubiera dudado en morder ni un segundo… “Diosss…. Por qué coño estará
tan buena”, y Esther dio un gran suspiró en voz alta sin darse cuenta, Maca se
giró de pronto subiéndose el pantalón.
- Pensé
que no ibas a mirar –se quejó Maca tras pillarla infraganti-.
- Bueno,
tampoco es que haya visto mucho… y todo lo que tienes ya lo he visto antes, así
que tendrás que acostumbrarte, ¿no te parece? –le dijo Esther con una pícara
sonrisa-.
Maca se la
devolvió y se tumbó en la cama a su lado, al menos había pasado ya el bochorno,
se sentía un poco infantil por sentirse así, pero no podía evitarlo.
- ¿Qué
leías? –le preguntó Maca viendo que Esther cerraba el libro y lo dejaba en lo
alto de la mesita de noche-.
- ¿Esto?
Nada que importe ahora mismo… ¿estás preparada? –le preguntó Esther y Maca
sintió que el cuerpo se le volvía de gelatina… “¿a qué se refiere con estar
preparada?” pensó Maca-.
-
¿Preparada? ¿para qué? –se atrevió a preguntarle-.
- Para que
intimemos, ¿para qué si no? –le contestó Esther con una sonrisa mientras se
giraba hacia ella-.
Maca trató
de poner en orden el caos que aquellas palabras habían creado no solo en su
mente si no también en su cuerpo.
- ¿Intimar?
¡Yo,,… yo… Es..Esther… no creo que… yo … que esté prepa… preparada! –Maca sin
darse cuenta descubrió que era capaz de tartamudear con la sola idea de tener
intimidad con aquella mujer-.
Esther se
sentó en la cama y se acercó peligrosamente a Maca… Maca reculó tanto que se
dio en la cabeza con el cabezal.
- ¡Cuidado…
te vas a hacer daño! –le dijo Esther y Maca se llevó la mano a la cabeza para
aliviar el coscorrón-.
- Esther…
-Maca quería decirle algo, pero no le salía, porque aquella mujer acababa de
ponerse de rodillas ante ella.
- ¿Te
quieres tranquilizar? No voy a hacerte nada sin tu consentimiento, serénate por
favor… te estás poniendo más nerviosa de lo que debes –le dijo Esther sin
ponerle un dedo encima y esperó a que Maca entendiera de que no iba a
lanzársele como aquella primera vez en la suite-.
- Vale,
vale… tienes razón, perdona –le dijo Maca tratando de serenarse-. ¿Qué es lo
que quieres que hagamos entonces?
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