lunes, 19 de mayo de 2014

Dibujada en mi mente (TOMO 3) -cap 18-





18

Todo se paralizó entorno a ellas, quietas como estaban la una frente a la otra, incapaces de reaccionar ante sus íntimas sensaciones.

-       Estás… ¿Estás bien? –preguntó Maca con algo extraño en la voz, pero Esther tenía suficiente con el calor que sentía y no lo percibió-.
-       Sí, claro… no te oí llegar –contestó como pudo no atreviéndose a mirarla a la cara-.
-       Venía a ayudarte y a preparar cafés, perdona… debí anunciarme –se disculpó Maca, por alguna extraña razón aún no la había soltado-.
-       Tranquila, no ha pasado nada –Esther se recompuso como pudo, y la miró con una sonrisa-.

“¿Qué no ha pasado nada?”, se preguntó Maca tentada al ver su boca tan cerca, y siendo inmensamente consciente de las ganas que le habían entrado de repente de recorrer con las manos toda aquella piel que bajo ellas sentía. “¡Mierda, sigo cogiéndola!”, se iluminó algo en su cabeza.

-       Será mejor que te suelte –se pronunció Maca reaccionando-.
-       Jaja… sí –la risa de Esther fue nerviosa más que otra cosa, y tuvo que girar la cara al sentir la ligera caricia que las manos de Maca dejaron al marcharse de su cintura. “Madre mía, tú no la superas ni en una docena de vidas”-.
-       Kate me ha pedido un expreso, dice que tú sabes cómo –Maca se apartó lejos de ella, necesitaba aire tras aquello-. Bea tomará un cortado, ¿tienes leche?
-       En la nevera –le dijo Esther poniendo el lavavajillas en funcionamiento, no se sentía con fuerzas-.

Las dos se dieron la espalda inconscientemente, intentando controlar lo que sentían. En silencio anduvieron por la cocina evitando tocarse en el proceso. Unos minutos más tarde, Maca volvía al salón y se sentaba junto a Bea.

-       ¿Y los cafés? –preguntó ella-.
-       Ahora vienen, los trae Esther –les dijo, y una sonrisa inacabada en sus labios, hizo que Bea fuera más consciente de ella-.

Maca se había sentado muy pegada a Bea, había cruzado sus piernas con fuerza, y camuflaba la mirada. Esther llegó a duras penas con la bandeja.

-       Bea, tu cortado –le tendió Esther su taza-. Expreso para la señora –le dijo a Kate-
-       Gracias –sonrió ésta-.
-       Y una manzanilla, Maca –le dijo Esther pero a ella se lo puso en la mesa por miedo a que le bailara la taza al dársela-.
-       ¿Tú no tomas nada? –le preguntó Kate-.
-       Yo me voy directa a por un whisky. ¿Alguna quiere algo? –preguntó Esther ya acercándose al mini bar. A aquellas alturas de la jugada, ya le importaba una mierda lo que las demás pensaran. Si no ahogaba aquel calor sofocante que Maca había despertado, se volvería loca-.
-       No, gracias –contestó Bea, y fue la única que lo hizo-.

Maca se refugió dándole sorbitos a su taza, mientras Kate intentaba disimular frente a ellas a la par que veía a Esther empinarse directamente un trago de la botella. Por suerte, Bea y Maca le daban la espalda. “¿Qué diablos ha pasado allí dentro?”, se preguntó Kate y entendió que las cosas se pondrían feas cómo no sacara a Bea y a Maca de allí. Aquel espacio era muy pequeño para contener a la Esther que se avecinaba.

-       Estaba pensando que podríamos tomarnos la última copa, pero fuera –propuso Kate-.
-       ¡Oh sí! Podríamos ir a un local de ambiente o algo –dijo Bea entusiasmada con la idea-. Desde que llegué a Madrid he querido ir, pero no hay forma de arrastrar a Maca. Parece que Chueca le de alergia –mencionó Bea con una gran sonrisa-.
-       ¿En serio? –a Kate se le escapó una nota divertida-.

Esther también alzó una oreja tras escuchar aquel comentario. “Maca, la barwoman que todo se lo ligaba, ¿alérgica a Chueca? ¡Genial! Pues la llevo clara como haya cambiado tanto”… Esther apuró el copón de whisky que se había puesto de un solo trago. “No, si no se de qué me sorprendo, si está claro que el putón verbenero al final era yo… ¡Genial! ¡De puta madre!”.

-       ¡Voy a cambiarme! –anunció Esther poniendo tierra de por medio-.

Bea y Kate se la quedaron mirando, mientras Maca parecía desaparecer en el fondo de su manzanilla.

-       Creo que Esther está de acuerdo –mencionó Bea alegre-.
-       Sí, parece que sí –dijo Kate dejando su taza y poniéndose de pie-. ¿Habéis terminado?
-       Yo sí –Bea parecía la única relajada allí-.
-       Eh… yo también –se pronunció Maca dejando su taza en la bandeja-.
-       Bueno, voy a recoger esto. Si queréis ir al baño antes de irnos, hay uno ahí mismo –les dijo Kate, antes de salir hacia la cocina-.

“Será mejor que averigüe que está pasando, antes de que pongamos un pie en el infierno. Quizá me he pasado apretando las tuercas esta vez”, pensó Kate antes de ir a buscar a Esther al dormitorio.

Bea esperó pacientemente hasta perder a Kate de vista. Maca seguía inmersa en aquel incómodo silencio, y Bea decidió que era hora de poner palabras a todo aquello.

-       ¿Os habéis besado? –preguntó a bocajarro-.
-       ¡¿Qué?! –Maca casi pegó un salto-.
-       Uy, uy… esto se va a poner de lo más interesante –vaticinó Bea al ver a Maca reaccionando-. Te he preguntado, ¿que si os habéis besado? Antes… en la cocina –volvió a preguntárselo-.
-       Por supuesto que no lo hemos hecho –le contestó Maca-.
-       Pues algo ha pasado entre vosotras porque Esther parece dispuesta a beberse un río, y tú estás aquí pegada a mi lado, cagadita de miedo. Así que, ¿qué ha pasando?

Maca la miró a los ojos, y suspiró con resignación.

-       Nada, no ha pasado nada. Me acerqué sin avisar, se giró de pronto y chocamos. La cogí para no hacernos daño y… -“¿En serio tengo que explicarlo?”, pensó Maca sintiéndose ridícula ante sus reacciones-… se me escurrió la mano por debajo de su camiseta.
-       O sea, que le has metido mano –el tono natural de Bea casi la estaba desquiciando más que Esther-.
-       ¡No, no le he metido mano! –se alborotó Maca sólo de pensarlo, Bea alzó una ceja como respuesta-. Simplemente, el suéter que lleva es muy corto, la cogí por la cintura y toqué carne… sólo eso.
-       Tocaste carne –repitió Bea, su sonrisa iba creciendo para mayor tortura de Maca-.
-       ¿Podrías por una vez comportarte como un ser normal? ¡Dios, Bea! –Maca se levantó del sofá-.
-       O, eso sí que no… ¡Espera un momento! –Bea se puso también de pie y la cogió del brazo-. ¿Qué has querido decir con eso?
-       Sabes muy bien qué he querido decir con eso –Maca estaba furiosa, pero no con Bea, sino con el descontrol que sentía-.
-       Sí, si lo sé, y empiezo a pensar que todo esto de la boda quizá no sea tan buena idea después de todo, porque te está confundiendo –le dijo Bea-.

Maca reaccionó en el acto, calmándose.

-       No lo estás diciendo en serio –Maca se acercó a ella-. ¿Bea? ¡Ni se te ocurra!

Bea la miró a los ojos, desde el principio Maca y ella habían estado manteniendo una relación intermitente y abierta. Maca nunca quiso otra cosa, manteniendo sus límites, y el modo de ver la vida de Bea no concebía relaciones convencionales, así que lo suyo era perfecto, hasta ahora. Ahora, después de ver a aquella Maca a la que se le caían sin previo aviso las barreras cuando Esther estaba cerca, Bea no podía simplemente cerrar los ojos y dejar que la vida de Maca siguiera siendo un “dejar pasar” sólo por miedo.

-       Quiero que te líes con ella –le dijo-.
-       ¿Qué has dicho? Me ha parecido entenderte que… -a Maca se le dibujó una sonrisa nerviosa en el rostro, pero le fue desapareciendo a medida que comprobaba que no había ni siquiera un parpadeo en los ojos de Bea-… que me líe con Esther.
-       Eso he dicho –le dijo sin inmutarse-.

Maca abrió tanto los ojos que casi se mareó, sabía que Bea se lo decía muy en serio.

-       Pero… pero, ¿por qué? –Maca lo preguntó casi en un susurro. No entendía nada de lo que estaba pasando-.
-       ¡Maca! ¿Cómo qué por qué? ¿Tú te has visto? Cariño, estás muerta de miedo –le hizo saber Bea y le acarició la cara para que se tranquilizara-. Tú y yo siempre hemos mantenido una relación abierta, nunca me diste motivos para creer que en realidad querías o necesitabas alguna otra cosa, pero después de conocer y ver cómo reaccionas ante Esther, ya no estoy tan segura de que sea lo correcto –le dijo Bea-. Así que hazlo, sabes que no me interpondré. Averigua lo que hay o no hay entre vosotras, cierra este capítulo definitivamente, o escribir juntas el principio de algo… pero deja de esconderte detrás de esa cortina de humo que has construido, porque te aseguro que no me casaré contigo hasta que vengas de frente –la empujó Bea-.

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-       ¿Esther? –preguntó cerrando la puerta del dormitorio. No quería que Bea y Maca las escucharan-.
-       ¡Vete! –le gritó-.

Kate se dirigió hacia el ropero en cuanto detectó los ruidos, y se encontró a Esther sacando perchas sin acabar de decidir qué ponerse.

-       ¿Qué ha pasado? –le preguntó suavemente-.

Esther la miró con tanta rabia, que Kate tuvo de pronto dudas.

-       ¿No podías estarte quieta, verdad? Te dije que no quería verla, que no forzaras las cosas, pero no… tú siempre lo sabes todo –le espetó de pronto-.

Esther se deshizo de su ropa cabreada, y empezó a enfundarse unos vaqueros negros y una camiseta de transparencias que anunciaron sus intenciones de guerra.

-       Vale, tienes razón. Quizá todo está yendo demasiado rápido, y no debería de haberlas invitado sin tu consentimiento. Yo simplemente pensaba… yo sólo quiero… -Kate trataba de disculparse-.
-       ¡¿Qué, Kate?! ¡¿Qué es lo que quieres?! –le gritó Esther furiosa, a un solo paso de su cuerpo-.
-       Que seas feliz, sólo eso –le dijo-.

Los ojos de Kate la miraron profundos y sinceros, y Esther vio bajar toda su furia y frustración hasta el suelo.

-       Kate, ya soy feliz –le aseguró-. Maca y yo, no es buena idea –se negó Esther con la cabeza-. Sé que te encantaría vernos juntas de nuevo, como al principio, pero eso no va a suceder. La cagué, y ahora está con otra… ahora está con Bea. Tienen planes de futuro, se comunican, se entienden… y está bien así, ¿no te das cuenta? Por favor, deja de forzar las cosas. Estar cerca de ella, me desequilibra, y también me agota.


Kate asintió con la cabeza y la atrajo contra su cuerpo, necesitaba abrazarla, sentirla de nuevo cerca. Las cartas habían comenzado a disponerse sobre lo alto de la mesa.

2 comentarios:

  1. me encanta! De verdad, me encanta cómo escribes, gracias por los fanfics, y en especial por este, que le tengo cariño =)

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    1. :-) Gracias! Me hace muy feliz saber que disfrutáis la lectura.

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