domingo, 18 de mayo de 2014

Pretty Bollo -cap 55 y 56-

Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado,  maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer,  se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.

Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.


55

- ¿Te quieres estar quieta ya? -la regañó Ana, pues Maca llevaba un buen rato paseándose de arriba abajo-.
- Joder, que no puedo… estoy nerviosa –le espetó Maca mordiéndose una uña-. ¿Crees que no vendrá, no?
- ¿A dormir? –le preguntó, pues Maca le había llamado hacía unas horas para contarle todo lo que había pasado entre Esther y ella, y viéndola tan nerviosa había decidido plantarse en el apartamento para tranquilizarla-. Dijo que te llamaría, así que ten paciencia.
- Joder, pero se fue a las cuatro y van a dar las diez y media… -Maca miró de nuevo el móvil-. El puto chisme este funcionará, ¿no? A ver, llámame tú.
- Maca, ya te he llamado tres veces para comprobarlo, ¿te quieres relajar de una puta vez? Anda ven, siéntate conmigo –le pidió su amiga, hacía mucho que no la veía así-.

Maca no tenía ninguna gana de sentarse, estaba inquieta y no dejaba de pensar en lo que Esther estaría haciendo.

- ¡Dios esto sólo me pasa a mí! –dijo Maca en voz alta, mientras se tapaba la cara con las manos-.
- Desde luego, porque a nadie en su sano juicio se le ocurriría enamorarse de una puta –le espetó Ana para que reaccionara-.

Maca abrió los ojos como platos y la miró.

- ¡Yo no estoy enamoradaaa! –gritó sorprendida-.
- ¿Ah no? –le preguntó Ana elevando una ceja suspicaz-. ¿Y entonces que te ocurre?
- Yo… yo… yo no lo sé, es sólo que me gusta estar con ella, me siento segura, nada más –dijo Maca pero al escucharse se daba cuenta de que no era nada convincente ni para ella misma-. ¡Coño, ya sabes que no soy nada buena compartiendo lo mío!
- ¡Ah…! ¿que ahora resulta que esa Esther es tuya, o qué? –se burló Ana de ella-.

A Maca se le cayó la mandíbula, ella no pretendía decir aquello.

- Anda, déjalo que lo estás arreglando vamos –le dijo su amiga pegándole un cachetito en el brazo-. ¿Tienes hambre?
- No, no tengo hambre –dijo Maca refunfuñando, pero sus tripas gruñeron en ese instante para acabar de desacreditarla-.
- jajajja… si, ya lo veo. Prepararé algo, anda… No te vaya a dar un yuyu con el estómago vacío –le dijo Ana y se dirigió a la cocina para preparar la cena-.

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Mientras, Esther volvía a darse una ducha en su piso tratando de borrar lo que había ocurrido. Esther se puso el albornoz y se dirigió a la cocina para comer algo, estaba famélica, y se acordó de que apenas había comido en el restaurante. La cara de Maca volvió a aparecer ante ella… “sólo quería recordarte” le había dicho al despedirse.

“Mierdaaaaaaaaaaaaaa… tú tienes la culpa, tú y esa puta ternura que me está matando” , Esther trató de maldecir lo que Maca estaba causando en ella aunque en el fondo sabía que no tenía la culpa de nada. Sacó una botella de vino que guardaba para cocinar, y se sirvió una copa, de un trago la vació y volvió a llenarla vaciándola de nuevo del mismo modo. Luego miró el móvil que descansaba en el banco de cocina, miró la copa que sostenía ya vacía y la estrelló contra la pared.

“Joderrrrrrrrrrrrrrrrr…. JODEEEEEEEEEEEEERRRRRRRR….” Gritó a pleno pulmón para desahogarse, y aun sabiendo que no estaba haciendo lo más aconsejable, empezó a vestirse a toda prisa, pues pese a todo se moría por verla.

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Tras la cena Ana se marchó, no sin antes confirmar que Maca había asimilado que el plantón de Esther no tenía la menor importancia, y que al día siguiente seguramente la recompensaría. Resignada, Maca se quedó viendo la tele un rato más, quizá tuviera suerte y Esther acudiría a su cita nocturna telefónica. De pronto el móvil sonó, ¡era ella!

- ¿Sí? –respondió rápidamente Maca agitada-.
- ¿Cómo estás gatita? ¡Siento no haberte podido llamar antes! –se disculpó Esther con ella-.
- Estoy bien, no te preocupes, ¿cómo estás tú? –le preguntó Maca-.
- Buenísima, ¿lo dudabas? –le bromeó Esther pues no quería hablar de ella-.
- jajaja… no, me consta que es cierto –le dijo Maca notando que Esther volvía a ser la misma-.
- ¡Ah, te consta! ¡Interesante, interesante! –siguió jugando con ella-. Si aún me guardas un ladito en tu cama, me gustaría subir a ocuparlo.
- ¿¿Subir?? –se sorprendió Maca y acto seguido sonó el timbre del portal-. ¡Estás aquíii!

Dedujo Maca alegre.

- jajaj… sí, ¿me abres? Con las prisas me dejé las llaves en el coche –le explicó Esther, y acto seguido escuchó como la puerta se abría- ¡No me cuelgues eh… que aun no te tengo en frente, y no quiero que te me desmayes!
- jajajaj… eres una capulla, no pensaba desmayarme –le dijo Maca sujetando bien el móvil-.
- Bueno, de zorra a capulla va un avance, ¿no? –le dijo Esther mientras el ascensor alcanzaba la plata deseada-.

De pronto salió al pasillo, y se topó con Maca que la esperaba en la puerta. Lentamente esbozó una cálida sonrisa y apagó el teléfono, Esther hizo lo mismo y se dirigió hacia ella en silencio. Maca estiró una mano y atrapó la de Esther, suavemente la condujo dentro del piso para abrazarla. Esther también correspondió a aquel abrazo cálido que la colmó a su llegada.

- Pensé que ya no vendrías –le dijo Maca sin soltarla, era tan agradable tenerla-.
- Pues pensaste mal, te dije que haría lo posible –contestó Esther apartando todo lo que le había deparado el día-.

Maca la separó delicadamente y la miró a los ojos, en ellos había algo que no conseguía descifrar, pero no preguntó.

- ¿Has cenado? –le preguntó Maca-.
- La verdad es que no, y tengo hambre –contestó Esther un poco avergonzada por las horas que eran-.
- Ven, improvisaremos algo –le dijo Maca con una sonrisa, y cogiéndole la mano tiró de ella rumbo a la cocina-.

Después de conversar un rato mientras Esther se comía unos sándwiches de pollo, decidieron que era hora de irse a la cama. Para sorpresa de Esther, Maca aprendía rápido, y se cambió delante de ella sin avergonzarse.

- ¿Qué quieres que hagamos mañana? –le preguntó Esther tratando de desviar su atención de aquella preciosidad mientras Maca terminaba de colocarse el pijama-.
- No sé… lo que tú quieras, tengo todo el día libre –le dijo Maca saltando a la cama y metiéndose entre las sábanas. Estaba feliz de que Esther estuviera con ella-.
- Bueno, pues entonces ya veremos qué es lo que se nos ocurre –le dijo Esther con una sonrisa y empezó a quitarse el suéter que llevaba-.

Maca se quedó mirándola con aquel sujetador negro que llevaba. Le parecía tan sexy, su vientre y sus senos suavemente enmarcados y que recordaba en su boca como un dulce bocado, hicieron que se electrificara. Esther se acercó hasta la cama, y cogió el pijama de debajo de la almohada, para sorpresa de Maca, Esther lo dejó apartado sobre el sillón y se sentó en la cama de espaldas a ella quitándose el sujetador y luego el vaquero que llevaba. Cuando Esther se levantó para dejar la ropa sobre el asiento contempló aquel culo perfecto envuelto en unas bragas tipo brasileño, que dejaban el contorno de sus nalgas a la vista. Maca miró al techo… “oh Dios… oh Dios… no mires, no mires que te pierdes”.

- ¿Qué miras? –le preguntó Esther mirando hacia el techo siguiendo el gesto de Maca-.
- Oh… nada, nada… -dijo Maca-.

Pero al girarse se topó de lleno con el torso desnudo de Esther y una oleada de calor la abrasó… “Dioooooooooooooossssssssss”, se quejó Maca hipnotizada.

- Me parecía que había menos luz –siguió contestando Maca y Esther descendió sus ojos hasta a ella-.

Esther se quedó mirándola con extrañeza, Maca la miraba con deseo… ella en realidad no se encontraba en condiciones más que de dormir, tenía el alma alterada y no quería pensar.

- Bueno, será mejor que durmamos -Esther se metió en la cama-.
- Pero, pero… ¿no te pones el pijama? –le preguntó Maca alterada… “yo, yo no puedo dormir contigo así, por Diosssssss” pensaba agitándose por momentos-.

Esther la miró con suavidad, no iba a hacerle nada ni tan siquiera quería alterarla, pero necesitaba sentir el calor de su cuerpo y no le apetecía la ropa, en realidad no estaba acostumbrada a dormir vestida. Estiró un brazo y apagó la luz, luego se acercó a Maca…

- Túmbate, anda… ¡no va a pasarte nada! -le pidió con delicadeza, tranquilizadora, empujándola suavemente hacia la almohada-.

Maca lo hizo sintiendo que todo su cuerpo estaba en agitación. Esther le apartó un brazo y se acomodó a su cuerpo que empezó a tiritar con violencia.

- Shhhsss… no tiembles cariño, sólo vamos a dormir –le dijo Esther calmándola, mientras apoyaba la cabeza sobre aquel pecho agitado, y colocaba el brazo de Maca alrededor de su cuerpo dolorido-.

Ambas temblaron por el encuentro en silencio.

- Buenas noches, gatita… -le dijo Esther en un susurro y cerró los ojos incapaz de explicarle a Maca porque necesitaba hacer aquello en realidad-.
- Buenas noches, Esther –le contestó Maca aún tensa por tener aquella mujer desnuda pegada a su cuerpo-.

56

Cuando Maca se despertó, Esther ya no estaba en la cama. Miró el reloj de la mesita de noche y se dio cuenta que eran cerca de las doce y media. Hacía un montón de tiempo que no dormía hasta tan tarde, pero teniendo en cuenta que se le habían hecho casi las cinco de la mañana tratando de conciliar el sueño mientras tenía a Esther desnuda entre sus brazos, era una hora razonable. Se pasó la mano por el pecho, recordando el peso de aquella cabeza que había acariciado durante horas mientras dormía sobre ella. La sensación había pasado de agitación tempestiva a una embriaguez adorable y reconfortante al proteger aquel cuerpo de mujer entre sus brazos. Maca se estiró en la cama, se sentía estupendamente, y con aquel aire de positivismo se levantó finalmente de la cama. Fue al baño, luego al salón donde se encontraba Esther leyendo una especie de informe. Ésta al escucharla elevó la vista.

- ¡Buenos díassssssss, osito dormilón! –le dijo Esther con una deslumbrante sonrisa-.
- Bueno, buenas tardes en todo caso… ufff, no sé cómo me has permitido dormir tanto –le dijo Maca devolviéndole la sonrisa y acercándose a ella-.
- No hay prisa, así que para qué iba a despertarte. Anda siéntate conmigo que ya casi he terminado con esto –le dijo Esther haciéndole un hueco junto a ella-.
- ¿Qué estabas haciendo? –le preguntó Maca sentándose a su lado-.
- Revisando unos informes de la empresa, el lunes tienen que estar listos –le dijo Esther sin mirarla mientras corregía en rojo algo sobre el papel-.

Maca se le quedó mirando fascinada, aquella mujer eran tan enigmática, apenas sabía nada de ella. Esther levantó la vista y se topó con aquellos ojos interrogantes.

- ¿Qué? –preguntó Esther con una sonrisa divertida- ¿pasa algo?
- No, es sólo que te conozco tan poco. Tienes tantas caras que no sé cuál es la verdadera –le dijo Maca-.
- ¿Tantas caras? –se extrañó Esther de aquella definición-.
- Sí, eres empresaria, acompañante de alto estandin, una gran bailarina, algo psicóloga –Maca se detuvo intentando encontrar un adjetivo adecuado para…-, amante nocturna.

Esther supo que quería decir prostituta, pero que no lo había dicho para no ofenderla, sonrió aunque en realidad el que Maca no asumiera esa parte de su persona la inquietaba.

- Bueno, pero todas son la misma persona, es solo que sé hacer muchas cosas, ¿no? –le contestó Esther con una sonrisa-.
- ¿Y cómo aprendiste todo eso? ¡No sé nada de ti! –le dijo Maca con sinceridad-.
- ¿Y qué quieres saber? –le preguntó Esther dejando los papeles a un lado-.
- No sé, algo más de ti… -le dijo Maca encogiéndose de hombros, pues no quería presionarla -.
- Bueno pues… -Esther dobló las piernas sobre el sofá girándose para mirarla-… ya sabes lo de mi madre, y en cuanto al resto, mi vida fue muy sencilla en realidad. Lo del baile tiene su explicación, recibí clases hasta los diecisiete-dieciocho años más o menos, luego entré en la facultad de empresariales, en realidad mi madre tenía una buena capacidad económica y nunca tuve que preocuparme por esas cosas. Tuve una buena educación, como tú supongo, lo de la sociabilidad y psicología supongo que viene por los genes, mi madre era maravillosa con la gente, tenía un don, así que no hay mayor misterio.

Esther no dijo nada más, aunque sabía cuál era el interrogante que se estaba formando en aquella cabeza. Maca sin embargo no preguntó, pues había percibido que a Esther no le gustaba profundizar en sus cosas, y no quería estropear el día.

- ¿Así que recibiste clases de baile? –comentó Maca la parte más trivial de lo que Esther le había narrado-. No sabía que las cosas que te vi hacer en la pista de baile se enseñaran en un aula. Tendré que apuntarme.
- jajajja… bueno, esa parte la adquirí un poco más tarde, pero la base ya estaba. Además, tú no necesitas ir a clases para eso, yo puedo enseñarte –le dijo Esther acercándose en tono insinuante-.
- ¿Enseñarme? ¿tú?... ¿qué es lo que quieres? ¿matarme? ,… jajajajja…. –le dijo Maca riendo, aunque no por ello era menos cierto-.
- Sabes, creo que ya sé lo que vamos a hacer hoy –le dijo Esther haciéndole un juego de cejas-.
- uy, uy, uy… que me estás asustando –le dijo Maca con una sonrisa, agradecía que Esther estuviera con su estupendo humor-.
- Esta noche vamos al pub, es hora de que vuelvas a intentarlo –le dijo Esther encantada de la vida, bailar le sentaría bien a ambas-.
- Oh, no, no… -se inquietó Maca-.
- Oh sí, sí… está decidido –le dijo Esther y le estampó un beso en la mejilla para inmediatamente ponerse de pie-. ¡Venga vamos!

Le dijo Esther tendiéndole una mano. Maca se la tomó con una sonrisa.

- ¿A dónde? –le preguntó mientras Esther tiraba de ella para ponerla de pie-.
- A la ducha, estaba esperando que te despertaras para ducharnos juntas –le dijo Esther con jovialidad-.

El impacto de las palabras de Esther golpearon a Maca aflojándole las rodillas. Esther la cogió por la cintura y la abrazó contra ella.

- ¡Esta vez no te escapas, gatita! –le dijo Esther sonriente-. ¡Anda vamos, no va a ser tan malo, ya verás!
- ¿Quieres que nos metamos ahí dentro, las dos juntas? –le preguntó Maca y Esther asintió- ¿desnudas? –volvió a preguntar con un gritito graciosísimo que a Esther le sacó una carcajada-.
- jajaj… sí, claro, no nos vamos a poner el traje de bucear para ducharnos, ¿no? –le pinchó Esther y luego la tomó de la mano-. Venga vamos… todo es cuestión de probar.


Maca se dejó guiar pero estaba muerta de miedo, pues recordaba perfectamente lo que era la desnudez de Esther y no podía imaginarse a su lado en igualdad de condiciones. Aquella imagen, era demasiado apetecible para no volverla loca.
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- ¿Qué prefieres? ¿Ducha o baño? –le preguntó Esther introduciéndola dentro del mediano habitáculo-.
- Esther, esto no va a ser una buena idea –le decía Maca aterrada, imágenes de sus cuerpos desnudos y enjabonados le estaban torturando sin descanso-.
- Bueno, eso lo decidiré yo… -Esther se la quedó mirando evaluando su estado, luego decidió por ella-. Ducha mejor, es más rápido y quizá más indoloro para ti.

Sentenció Esther y empezó a quitarse la camiseta del pijama que llevaba puesta. Su torso desnudo impactó en las pupilas de aquella inquieta mujer, que cerró instintivamente los ojos al notar la descarga “Diosssssssssss…. Que me he pasado toda la noche conteniéndome, no me hagas esto joderrr”.. pensaba Maca y se obligó a abrirlos de nuevo. Se sentía ridícula por no poder mirar a una mujer desnuda simplemente. Esther la observó interrogante, luego le lanzó una sonrisa perversa.

- ¿Qué? ¿Te desnudo yo? –le metió presión Esther que veía como Maca se había quedado como una estatua-.

Esther hizo el amago de acercarse a desvestirla viendo que no reaccionaba, pero Maca la detuvo…

- No, no… ya lo hago yo, ya lo hago yo –le dijo Maca un poco más destartalada de lo normal. Esperó a que Esther apartara la vista de ella pero no lo hizo-. ¡Date la vuelta!, ¿no?
- … jajjaja…Pero si te voy a ver desnuda ya mismo Maca –le dijo Esther riendo por su timidez-. Anda venga, quítate eso, cuanto más lo pienses peor.

“Joder, joder, joder… porque coño no me habré pegado un par de lingotazos de whisky nada más despertar coño… mañana la botella la guardo en el cajón, mierda” pensó Maca gruñendo entre dientes, y tiró de su camiseta para quitársela.

“Dios que buena estás joia..” pensó Esther con una sonrisa, luego liberó a Maca de su mirada para dejar correr el agua en la ducha.

Cuando se volvió Maca ya estaba desnuda, a Esther se le había pasado por alto lo duro que también sería para ella, era tan hermosa. La imitó y se desnudó completamente, luego entró en la ducha y la invitó a hacer lo mismo.

- ¡Anda ven! –le dijo Esther, y evitó tenderle la mano, sabía que no tenía que tocarla, la notaba demasiado nerviosa y podía salir por piernas-.

Maca se metió en la ducha, Esther le regaló una sonrisa tranquilizadora.

- ¡Ves, no es tan grave! – Esther se pasó el agua por la cabeza y se empapó entera-.

Maca se quedó gilipollas viendo correr los surcos de agua por aquella cara, por aquella piel… “joder, joder… no mires para abajo, no mires… joder” se repetía una y otra vez, entonces Esther la interrumpió de sus pensamientos.

- Toma, te estarás quedando helada –le tendió Esther el mango de la ducha para que pudiera ducharse-.
- Gra… gracias –le dijo Maca, que más que helada estaba que echaba fuego-.

“Virgen santísima dame fuerzas, dame fuerzas… Dios, que me mareo” suplicaba Maca, que se giró de lado nada más ver que la espuma del champú que Esther se estaba poniendo en el cabello coronó aquellos pezones erectos que Maca había presionado una vez bajo su lengua. Maca no quería mirar, pero el rabillo de su ojo se desviaba inevitablemente hacia donde estaba Esther, que elevó una pierna para empezar a enjabonarse el resto del cuerpo.

“Por Diossssssssssssssss…. No mires” se regañó Maca, y apartó otra vez la mirada, aunque la curiosidad era tan grande que no tardó en echar otro vistazo con tan mala suerte que pilló justo el momento en el que Esther se pasaba las manos por las tetas. A Maca se le resbaló la manguera de las manos de la impresión.

- Auuuu… -a Esther se le cayó encima del pie-.
- ¡Ay, ay lo siento! –se disculpó Maca nerviosa-.
- No, no pasa nada… -le dijo Esther-.

Las dos a la vez se agacharon a recoger el mango de la ducha, con tan mala pata que sus cabezas chocaron.

- auuuuuuuuuuuyyyyyy –gritaron a la vez-.

Maca se incorporó tan de prisa para evitar la proximidad de Esther, que se tambaleó. Esther reaccionó y la cogió por la cintura justo a tiempo de que se resbalara. Entre artificios y traspies consiguió que se estabilizaran.

- ¡Diosss… te vas a matar! ¡y me vas a matar a mí de paso! –le dijo Esther con el corazón dando botes del susto, pensaba que se iban a descalabrar-.

Cuando se le pasó un poco el sofoco se dio cuenta de que Maca ni hablaba, la miró a los ojos y entonces la vio, desfallecida, asustada, asombrada, llena de deseo. Esther se dio cuenta de que estaban abrazadas y desnudas, tragó saliva con dificultad, no entraba en sus planes ponerle la mano encima de aquella manera, se preocupó.

- Maca, no pasa nada…eh, tranquilita –le dijo Esther con calma-.

Maca no pudo ni hablar, la pierna de aquella mujer enjabonada estaba entre sus piernas, sus pechos estaban aprisionándola y sus vientres unidos por culpa de aquel brazo que la rodeaba dejándola sin aliento. No quería moverse, no podía moverse, su cuerpo empezaba a reaccionar ante aquella suavidad… notó que la temperatura de Esther subía, era tremendamente sensible al tacto y podía notar esas cosas.

- ¡Diosss… no te calientes! -se quejó Maca apretando los ojos-
-¿Eh? –Esther abrió los ojos como platos por la pillada, pero las palabras de Maca sólo hicieron que sintiera más calor por la vergüenza-.

“No por favor, párate… párate… no quiero, no quiero” rogaba Maca a su propio cuerpo.

Esther trató de separarse despacio para que no se rozaran tanto, pero inevitablemente algo se rozó… Maca gimió cuando aquella pierna se despegó de entre las suyas, se mareó.

- Joderr… –gritó Esther, que veía como Maca iba a desplomarse-. ¡A la mierda!

Volvió a pegarse a ella, Maca estaba floja y Esther pensaba que se caerían las dos. Atinó de un golpe al mango del agua y lo desplazó al agua fría. La manguera que aún estaba en el suelo empezó a escupir hielo….

- auyyyyyy joderrrrrrrrrr…. –se quejó Esther por el impacto, Maca en cambio no reaccionó-.

Esther le tocó la frente, le dio miedo que volviera a tener fiebre. Pero no lo parecía, estaba bien… estaban bien, sólo un poco desvanecida, lo arreglarían.

- ¡Maca por Dios…! A ver cariño, a ver… respira. Fija las rodillas, cariño, no dejes que se te doblen, ¿vale? –le pidió Esther-.
- Vale –le dijo Maca que seguía luchando consigo misma, Esther aún estaba demasiado cerca-.
- Estupendo, ahora te vas a quedar aquí apoyada y yo cojo la manguera, ¿de acuerdo? –le dijo Esther-.

Y Maca asintió notando en su espalda el frío y reconfortante contacto de los baldosines. Esther se separó, pero dejó una mano en su vientre para asegurarse que seguía recostada sobre la pared. Alcanzó la manguera que estaba como loca escupiendo agua por todos lados, y acto seguido se quitó el jabón de encima tiritando…

- ¡Diossssssssss… está helada! –se quejó Esther, pero se aguantó, porque ella había sido la promotora de la idea-. Está fría cariño, pero te irá bien.

Le avisó y empezó a ducharla, Maca no se quejó, cerró los ojos y echó la cabeza para atrás, el agua fresca la hizo temblar por un momento, rápidamente se adaptó agradecida.

Poco a poco, se fue recuperando y empezó a reaccionar moviéndose.

- ¡Creo que ya pasó! –la tranquilizó Maca mirándola de nuevo a la cara y esbozando una pequeña sonrisa-.
- ¡Estupendo! Pero me has pegado un susto, cabrona… -le regañó Esther sonriendo, mucho más aliviada de que aquello hubiera quedado en nada-.
- ¡Lo siento! –le dijo Maca con timidez-.
- Espera, te pondré un poco de agua caliente para que te duches mejor –le dijo Esther viendo que Maca tiraba el pelo hacia atrás para echarse agua encima-.


La visión de aquella Diosa con ojos entornados y agua cayendo por aquel espectacular cuerpo ahora que ya estaba a salvo, le pareció lo más sensual que había visto en muchísimo tiempo. Embelesada siguió el recorrido de aquellas manos maravillosas que la habían acariciado una vez, recordando aquella suavidad y firmeza, un escalofrío la hizo tiritar.

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