Macarena Wilson lo tiene todo. Futura heredera de una de las bodegas más prestigiosas del país, joven, inteligente, rica y atractiva, ve como la vida pasa por su lado sin poder disfrutar plenamente de ella. Una vivencia en su pasado, maniata su capacidad de entregarse física y mentalmente a otras mujeres, cuando en medio de su controlado mundo de supervivencia, Esther García, una inusual y carismática mujer, se cruzará en su camino de la forma más inverosímil, abriéndole una puerta que Maca no creía necesitar.
Juntas entablarán una relación comercial que las arrastrará sin esperárselo a profundizar en sus miedos y verdades. Algo que parecía fácil y seguro, se convertirá en el huracán que arrasará por completo sus cómodas vidas.
63
Eva llegó
al palco y miró a la niña que estaba junto a Maca riendo.
- Hola,
¿tú quién eres? –le preguntó directamente, no tenía ganas de ser elocuente-.
Maca miró
a Eva sentarse y coger el whisky, aquello no pintaba muy bien por la cara que
traía.
- Es
Nuria, una cliente de las bodegas. Nuria te presento a Eva, una amiga –las
presentó Maca y Nuria le tendió la mano-.
- Es un
placer, por cierto bailas muy bien, te he visto ahí abajo con tu novia –le dijo
Nuria distendida-.
- No es mi
novia, es la de Maca –le soltó Eva pegándole otro trago al vaso, sin dar
importancia a lo que acababa de decir-.
Nuria miró
a Maca, pero ella no se inmutó, no solía entrar en aquellos derroteros, además
en cierto modo era cierto. Maca estaba con Esther ahora, y hasta que no fuera
capaz de salir de aquel pozo, no se veía preparada para estar con nadie que no
fuera capaz de manejar la situación. No quería que volcaran en ella
sentimientos ni estaba preparada para volcarlos en otra persona con igualdad.
- Ah, no
lo sabía –dijo Nuria un poco desconcertada, y sonrió a Maca- ¡Es muy guapa!
- Sí, lo
es –dijo Maca devolviéndole la sonrisa-.
- Bueno,
os dejo… que ya te he entretenido bastante. Dale recuerdos a tu padre, y dile
que los vinos que nos recomendó están siendo un éxito –se despidió Nuria de
ellas-.
- Se los
daré, recuerdos a tu madre también, un placer volver a verte –le dijo Maca y le
dio dos besos poniéndose de pie.
Maca vio a
Nuria alejarse de la mesa, luego se sentó de nuevo junto a Eva que estaba
liquidando el vaso recién estrenado.
- Por lo
que veo, la noche no se presenta muy boyante para ti, ¿no? –le dijo Maca con
una sonrisa-. ¿Es por Laura?
Eva
levantó la vista del vaso, no podía ser que una desconocida se diera cuenta de
aquello, mientras que ella había tardado años en percatarse de la posesión que
ejercía sobre Laura.
- Creo que
acabo de darme cuenta de que soy una de esas amigas posesivas-celosas –dijo Eva
encogiéndose de hombros- ¡Soy lo peor!
- Bueno,
no tiene por qué ser el fin del mundo tampoco –dictaminó Maca-.
- Es que
no me gusta que esté con la poli, no me fio –le dijo Eva-
- Parece
buena gente, pero en fin, tampoco es que la conozca demasiado –le dijo Maca-.
- ¡No
cuajarán! –determinó Eva con convicción-.
- ¿Cómo
estás tan segura? –le preguntó Maca tratando de distraerla-.
- Por qué
la conozco. Laura necesita a alguien que la haga reír, salir de sus comederos
de cabeza… y no una persona disciplinada, educada, y políticamente correcta que
acentúe aún más el sentido del deber que Laura ya tiene de por sí –dijo Eva
entre suspiros mientras se recostaba en el asiento-.
Maca
esperó, sabía que Eva estaba tratando de asimilar cosas que no se había
planteado hasta ahora. Pasado unos segundo Eva la miró, y Maca le respondió con
una media sonrisa.
- Perdona
que fuera borde con esa chica, no tenía ningún derecho a hacerlo –se disculpó
Eva por lo de Nuria-.
- No te
preocupes, no creo que se ofendiera. Además, no dijiste nada malo –la
tranquilizó Maca-.
- Dije que
Esther era tu novia –le recordó Eva frunciendo el entrecejo-.
- jajajaj…
en cierto modo lo es, estoy con ella y no me siento capaz de estar con nadie
más en estos momentos –le fue sincera Maca-.
- Pero
eres libre para tener otro tipo de relaciones, ¿lo sabes, no? Quiero decir que
aunque estéis en el “MES” –y con ello Eva quiso señalar la relación laboral que
aquellas dos mujeres mantenían-, puedes tener todo a la vez.
Maca se
inquietó un poco con la idea, sabía que Eva también era acompañante de lujo
como Esther, porque le habían puesto al día, pero no estaba preparada para
volver a la realidad de boca de una “casi” desconocida.
- Sí, lo
sé –fue todo lo que se le ocurrió decir-. Sólo que no me siento en condiciones
ahora mismo de mantener relaciones con otras personas, es difícil de explicar.
- Pues no
lo expliques, no es necesario. ¿Nos pedimos un trago? –le preguntó Eva con una
sonrisa-.
- ¿No
acabarás tirada en una cuneta con tanto alcohol en el cuerpo? –le bromeó Maca-.
- Buaaa…
yo aguanto lo que me echen… jajajajaja... –le dijo Eva dando por zanjado el
tema, luego levantó una mano y llamó a la camarera, esta vez le pidió la
botella entera y un par de vasos-.
Al cabo de
treinta minutos, Eva ya no era lo que era. Maca en cambio se mantuvo sobria
mientras atendía a los balbuceos de Eva que viendo que Laura desaparecía con
Irena, empezó a despotricar de lo lindo bajo los efectos del alcohol.
-
¿ZZzabes? No es capaz ni de decir cuándo echó el último polvo… -relataba Eva
con la lengua ya arrastrada-.. por diol… si hastaaa quien no lo hazzeee zeee lo
inventaaaa, es una norma no ezzcritaaa.
- jajjaja…
bueno creo que definitivamente estás un poco “piripi” –le dijo Maca quitándole
el vaso de las manos-.
Eva la
miró como si le acabaran de contar el secreto más gordo del planeta.
- ¿Qué es
“piripi”? –le preguntó con cara feliz-.
- jajajja…
borrachina, cómo tú estás ahora mismo… -le dijo Maca entre risas-.
- ¿Y por
qué tú no estás “piripi”? –le preguntó de pronto Eva con pavor-.
-
jajajja.. porque una de las dos tiene que ser la cuerda aquí, ¿no te parece?
–le dijo Maca-.
Eva lo
meditó apenas unos segundos, luego cogió de nuevo un vaso lleno de la mesa.
-
Entoncesss tú la cuelda… y la que tienes al lado, que se cojaaa un va… un
vazooo –le dijo Eva tendiéndole un trago a la estela que veía de Maca ahora que
ya tenía un poco de visión doble-.
Maca se
echó a reír como loca, Eva también rió reconociendo que no estaba en
condiciones, entonces Laura e Irene llegaron, y Eva trató de comportarse lo
mejor posible. Laura, Irene y Maca empezaron a entablar una conversación, sin
embargo de tanto en tanto Laura miraba a Eva que seguía aferrada a su vaso y no
decía ni mu para no cagarla.
- ¿No
crees qué estás bebiendo más de la cuenta? –le preguntó Laura a Eva no
pudiéndose resistir más-.
- ¡Estáaa
todo controlaadoo! ¡Mañana no trabajo! –le dijo Eva guiñándole un ojo y
volviendo a alzar la copa-.
- ¿En qué
trabajas Eva? –quiso saber Irene, la poli-.
Laura se
puso blanca de pronto, sabía que no podían decirle la verdad y tenía miedo de
que Eva en aquel estado se olvidara de toda razón.
- Gogó..
–le dijo Eva y se puso en pie para levantarse el suéter-… ¿vezzz?
¡tabletitaaaa… niñas ñam ñam en pista!
Maca no se
pudo contener y se empezó a reír, pues a Laura se le había caído la mandíbula
de cuajo y a Irene se le habían puesto los dientes largos con la tripa de
aquella mujer descubierta en plena cara. De pronto Esther volvió a aparece.
- ¿Pero
qué haces despelotándote? –le preguntó Esther entre risas-. Ya veo, me voy un
momento y orgía..jajja…. que poca vergüenza.
- jajaj…
No, no… le decía a .. a… -trataba de acordarse Eva-.
- Irene…
-le escupió Laura con fastidio-
- Ezooo… a
Irene, que soy “gogó”… pero toca, tocaaa…. –le decía Eva pidiéndole a Irene que
le tocara la tripa-.
Esther
miró a Maca, y ésta le hizo una señal de que Eva iba mal. Temerosa de que Eva
perdiera los papeles frente a la poli cogió las riendas de la situación.
- Anda ven
aquí -le dijo Esther con una sonrisa, y le bajó el suéter. Eva se colgó del
cuello de su amiga-.
- Ohhh…
que te quierooo amigaaa… -le decía Eva melosa-.
- jajajaj…
sí, sí, ya lo sé, anda siéntate que estás tontita hoy –le dijo Esther, y se
sentó al lado de Maca con Eva al otro lado-.
Laura e
Irene empezaron a hablar entre ellas ya calmada la escena, Eva pareció medio
dormirse recostada en el sillón y Esther aprovechó para prestar atención a
Maca.
- Hola
gatita –le susurró Esther girándose hacia ella-.
- Hola –le
sonrió Maca en respuesta a su afectuoso saludo-.
- ¿Te has
aburrido mucho sin mí? –quiso saber Esther-.
- No, la
verdad es que no… por cierto, ¿tú quién eras? –le pinchó Maca-.
Esther
abrió la boca con indignación, luego intentó hacerle cosquillas…
- Serás….
–le dijo entre risas, Maca también rió y le cogió las manos para que dejara de
hacerle cosquillas-.
- Vale, ya
me acuerdo de ti -le susurró Maca apartándole el pelo de la cara-. La diabla
bailarina.
- ¿Diabla
bailarina? –repitió Esther interrogante-.
- Es lo
justo después de “vampiresa alcoholizada” –le recordó Maca con una sonrisa
pícara-.
-
¡Touche!... ajajajaj… -se rió Esther-. ¿Sabes?
- Dime
-contestó Maca-.
- Sigo
queriendo bailar contigo –le dijo Esther, y sin querer, se quedó unos segundos
mirando aquellos labios carnosos que lucía Maca-.
Maca se
inquietó un poco, la noche había sido muy fácil hasta el momento, pero no sabía
cómo respondería si Esther empezaba a atacar.
- ¿Así,
sin anestesia? –se quejó Maca sonriendo-.
- Sin
anestesia, no la necesitas –le aseguró Esther devolviéndole una sonrisa
tranquilizadora-.
- No sé -dudó
Maca-.
- Ahora
toca la hora de canciones lentas, será como cuando me abrazas –le argumentó
Esther viendo que aquella Maca reculaba-. ¡Venga! ¡No va a pasarte nada!
Le dijo
Esther, y se puso en pie para tenderle una mano. Maca la miró, se sentía bien
consigo misma y con Esther, así que pensó que quizá era hora de hacer caso a
Ana y dejarse llevar un poco por la experiencia de aquella mujer. Maca le cogió
la mano y se puso en pie, Esther dejó encargado a Laura que vigilara un ratito
a Eva, y luego condujo a Maca hacia la pista de baile. Por fin iba a volver a
tenerla pegada a ella, sólo de pensarlo se le ponían los pelos de punta.
64
El centro
de la pisa estaba oscurecido, sólo unas luces desenfocadas y tenues caían sobre
las parejas de baile que amarradas, se habían lanzado a moverse lentamente por
la pista. Nadie miraba a nadie, sin embargo Maca sentía ojos por todas partes
como si pudieran percibir el desazón que lentamente se iba instaurando en su
vientre. Esther apretó su mano tranquilizadora, se paró en un rincón de la
pista y se puso frente a Maca.
- ¿Todo
bien? –le preguntó con una sonrisa-.
- Sí, creo
que sí –le contestó Maca mientras veía como Esther se acercaba ella-.
-
¡Estupendo! –le dijo Esther dulcemente y se pegó al cuerpo de Maca abrazando
aquella cintura y mirándola a los ojos-.
Maca
comprobó que salvo por la música y la gente, no era muy distinto a abrazarla,
podía hacerlo y con ese pensamiento, pasó sus manos por el cabello de Esther
que entrecerró los ojos por la caricia. A Maca un nudo se le posó en la
garganta contemplando la escena, luego siguió deslizando sus manos por los
hombros de aquella mujer hasta terminar abrazándola completamente. Se movieron
despacio, Esther sonrió y Maca se relajó, era agradable. Estrechó su abrazo
para acercarla más, Esther se dejó caer en aquel lazo irresistible y apoyó la
cabeza en su hombro. El perfume de Maca volvió a martillear en su deseo con
sutileza y eficacia. “Mmmm… me moriría en tu aroma si me dejaras”, pensó Esther
y hundió más su cara en el hueco de aquel cuello cálido. Maca tiritó al sentir
el roce, pero cerró los ojos y se dejó llevar, todo seguía en orden, no había
peligro. Ambas siguieron moviéndose ligeramente por la pista, balanceadas por
el sonido de la primera canción. Sin darse apenas cuenta habían sobrevivido a
aquel primer asalto.
Una nueva canción
empezó a oírse en los altavoces del recinto: HOOVERPHONIC – MAD ABOUT YOU.
Sus
cuerpos seguían enlazados estrechamente, sin embargo algo cambió tras la
primera estrofa, la cadera de Esther se afianzó contra la de Maca, y la alta mujer
empezó a recorrer la espalda de Esther con las manos embriagada por su
proximidad. El calor entre ellas crecía despacio pero inminentemente, era tan
dulce el licor que ninguna sabía si podría privarse de volver a probarlo. De
pronto las manos de Esther se movieron en la espalda de Maca respondiendo al
hormigueo que aquella mujer estaba dejando en su columna. “Diosss… me volverás
loca”, pensó Maca al sentir sobre su camisa el calor de aquellas manos que aún
no conocía como le gustaría. Instintivamente apretó a Esther contra sí, el
recuerdo del último encuentro atravesó a Esther por la mitad al sentir su pecho
estrujarse contra el de Maca… “agggg… quiero hacerlo otra vez”, gruñó Esther
mientras se dejaba llevar por aquella marea creciente y el sonido de la música.
Sin pensárselo, cambió el ritmo, deslizó las manos descendentemente por la
espalda de Maca y acarició aquel trasero sensualmente enfundado que la había
llamado a gritos desde que lo había visto. Maca tiritó al notar dónde Esther
ponía su mano, pero no se atrevió ni a moverse. Esther retiró el pelo de Maca
de su oreja y de su cuello con la mano libre…
- ¿Estás
bien? –le susurró, pero siguió acariciándola mientras notaba como algo cambiaba
en el interior de aquella mujer-.
Maca se separó
para mirarla, seguía en pie pero sus ojos eran oscuros e indescifrables. Esther
la miró, sabía que allí al fondo habitaba un deseo inquietante que Maca no
dejaría salir fácilmente. Sin dejar que Maca respondiera, volvió a abrazarse a
ella, una pierna deslizada sutilmente entre aquellos muslos suaves, una ligera
presión de su cadera sobre la de ella… Maca se aflojó, apretándola con fuerza
para no caerse. “Gatita.. no voy a soltarte”, pensó Esther loca de deseo por acariciar
más profundamente a Maca. Como si la oyera, Maca se dejó hacer, Esther dio un
paso más y condujo con maestría a Maca contra su cuerpo, las manos volvieron a
descender lentamente por aquella espalda, hundió su cara en el cuello de
aquella Diosa y lo besó dulcemente. Maca suspiró cerrando los ojos, era tan
agradable… Un movimiento de cintura, sus caderas se encontraron entendiéndose,
Esther acarició suavemente la parte baja de la espalda de Maca luego volvió a
profundizar en aquel cuello que la reclamaba.
- ¡Dios!
–gimió Maca en su oído, Esther se encendió-.
No quería
mirarla a los ojos, no quería detenerse todavía. Notó que el cuerpo de Maca
volvía a vibrar pegado al suyo, y acarició con la punta de la lengua la carne
débil y perfumada en la que se hallaba.
Maca: Está empezando
Demonio de Maca: ¿y qué importa?
¡Lo deseas!
Maca: Sí importa… pero lo deseo
Demonio de Maca: ¿entonces, qué
vas a hacer?
La boca de
Esther se despertó hambrienta y mordió el cuello de Maca sacándole un nuevo
gemido. La alta mujer sintió un tremendo escalofrío.
Maca: trepa dentro de mí
Demonio de Maca: pues déjalo salir
Maca: No puedo, me importa lo que
piense
Demonio de Maca: ella no es una
chica normal, no pensará nada
Una nueva
caricia de Esther reclamando su atención, Maca acariciaba su espalda nerviosa. La
presencia del muslo y el deslizar del cuerpo de Esther contra el suyo la
hicieron tensarse.
Demonio de Maca: ¿Qué vas a hacer?
Maca: ya no puedo hacer nada…
¡está aquí!
Esther
volvió a besar el cuello de Maca con pasión, Maca no pudo contenerse y la cogió
del pelo apretando aquella boca con ansiedad sobre su piel. Esther sintió la
necesidad de Maca como un remolino de agua que la engullía hacia la
profundidad, ancló sus manos con fuerza en el culo de Maca y se perdió en su
piel mientras sus cuerpos bailaban una danza muy distinta. Maca empezó a
respirar con dificultad, las manos empezaron a maniobrar por cuenta propia. Esther
empezaba a marearse, no sólo por Maca, sino por el propio reclamo de su cuerpo.
Las manos de Maca encontraron el trasero de Esther y lo apretaron con fuerza
atrayéndola hacia sí, fue entonces cuando Esther gimió. “Por Diossss… me vuelve
loca” pensó Esther, y entonces sintió como Maca la cogía del cuello y la
obligaba a mirarla. Los labios de ambas estaban entre abiertos, el pánico se
reflejó en los ojos de Esther ante la evidencia de lo que deseaban y de dónde
estaban… Maca lo percibió pero estaba ardiendo. Apoyó la frente contra la de
Esther intentando contener lo incontenible.
- No… no
puedo besarte, ¿verdad? –le preguntó Maca cerrando los ojos, había mucha gente
para perder toda cordura-.
- Maca…
yo… -Esther no podía decirle que no, ella también la ansiaba desmesuradamente,
pero aquel no era el lugar para empezar a romper sus propias reglas-.
- Diosss…
-gimió Maca apretándola contra su cuerpo nuevamente, tratando de respirar, pues
sabía la respuesta-… espero estar pasando este examen tuyo, porque me estás
matando.
El susurró
de Maca atravesó a Esther como una espada. “¡¡La estoy matando!!… ¿es un
examen? ¿para quién de las dos Maca, para quién?” pensó Esther abrazándola.
Maca empezó a tiritar tratando de controlar toda esa energía que se había
despertado en ella… Esther se asustó, el cuerpo de Maca casi convulsionaba. La
ancló con fuerza intentando no provocarla más, sus pasos se detuvieron al igual
que la música.
- shhsss…
cariño, ya está, ya está –le empezó a decir Esther suavemente tratando de
tranquilizarla-
Pero a
Maca le costaba enormemente echar aquel freno atroz. Esther estaba a punto de
perder toda razón por aquella mujer, cogió aquella cara entre sus manos y la
miró con intensidad.
- ¿Qué
necesitas que haga Maca? ¡Dímelo! –le pidió Esther-.
- No, no
lo sé… lo solucionaré, tranquila, todo está bien –le dijo Maca con la voz rota
y una mirada exhausta mientras trataba de buscar el equilibrio-.
Volvió a
apoyar la frente contra la de Esther y se dejó sostener por ella mientras
respiraba. Esther volvió a intentar tranquilizarla con sus palabras suaves,
Maca pareció encontrar poco a poco el aire que le faltaba…
- Ya pasó
–anunció Maca a Esther con una media sonrisa-. Eres una profesora muy dura, ¿lo
sabías?
Esther se
le quedó mirando, ella no tenía ganas de bromear al respecto.
- No era
una clase Maca… este deseo es real, y tenemos que solucionarlo –le dijo Esther
preocupada-.
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